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Revista de Acción Educativa, Nº 90

Cuando Charles Pathe pionero de la industria cinematográfica vaticinó en 1895, hace ahora cien años, que el cine del futuro sería espectáculo, periódico y escuela no podía imaginarse, hasta que punto, su predicción iba a convertirse con el paso del tiempo en una esplendorosa y apasionante realidad.

Hoy día, en efecto, para los que amamos el cine y la educación; y apostamos por una cultura para todos, niveladora de las diversas desigualdades sociales existentes; conocer el mundo de la imagen en movimiento es, sobre todo, ayudar a desarrollar la capacidad creadora, el pensamiento crítico y el sentido expresivo y crítico de nuestros alumnos. Al tiempo que una sugerente y sugestiva ventana al mundo en el que vivimos.

Desde siempre los hombres y las mujeres han sentido la necesidad de plasmar de diferentes lenguajes su sensibilidad ante el mundo en el que vivían. Desde los bisontes y las escenas de caza que nos dejó el hombre primitivo hasta la actualidad, el hombre ha tenido la necesidad de plasmar de algún modo el espacio, el tiempo y el movimiento.

En un mundo pluricultural, multisocial y tan ecléctico como el que nos ha tocado vivir a las puertas, ya, de un nuevo milenio, la imagen ocupa un lugar muy importante. Los niños y las niñas, desde muy pequeños, se ven rodeados por miles de imágenes: la televisión, el vídeo, el mismo cine. Por no hablar de las cientos, miles de imágenes que asaltan a los niños en su vida cotidiana, llamando la atención con un poderoso aldabonazo.

Es cierto, que en el estado español, la relación existente entre cine y escuela nunca ha gozado de buena salud: la escuela en nuestro país, ha despreciado secularmente cuanto le era ajeno a ella. Sin olvidar, la larga labor de censura que durante tantos años han ejercido los distintos franquismos que aún pesan en la sociedad española.

Los distintos planes de educación llevados a cabo en nuestro país, no han recogido nunca ninguno alusión al apasionante mundo del cine. El cine y la escuela han tenido que esperar, después de muchos encuentros desventurados, a que una Ley de Educación, la LOGSE, se haga eco de la importancia que tiene la incorporación del Cine como fuente de inestimables recursos.

Esta incorporación del mundo de la imagen a la escuela y la educación, puede ser apasionante. Hoy día, y merced al rápido desarrollo de las nuevas tecnologías, han multitud de películas, documentales, simulaciones que pueden servir de un excelente refuerzo… complemento motivador, como una posibilitar de completar conocimientos, sugerir caminos expresivos y descubrir nuevas conquistas estéticas.

Como sugería Nazareno Taddel, es importante que la pedagogía nos enseñe a leer un filme, pero mucho más es que la lectura de una película nos enseñe a leer la vida. Antes de trabajar con imágenes, debemos enseñar a leer esas imágenes, a conocer su lenguaje, a decodificar sus mensajes, a descubrir las diferencias que existen entre la representación de la realidad y ella misma… ya que solo de ese modo podremos establecer una relación y un contraste conscientes entre la imagen y la vida. Debemos ayudar a nuestros alumnos y alumnas a forjarse su propia versión divergente del mundo, evitando que la pantallas del televisor llegue a suplantar tan imprescindible descubrimiento.

Frente a los intentos de manipular a través de la imagen consideramos que cada cual debe trabajar desde su campo: nosotros potenciando la sensibilidad crítica de nuestros alumnos y alumnas y los productores de mensajes audiovisuales dirigidos a la infancia y la juventud, basando su obra en la ética de la sensibilidad creadora.