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I BIENAL INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN EN ARQUITECTURA. LUDANTIA

CONFERENCIA INAUGURAL A CARGO DE CIUDAD DE LOS NIÑOS EN LA I BIENAL DE EDUCACIÓN EN ARQUITECTURA.

EL NIÑO Y LA CIUDAD

LUDANTIA (Pontevedra 10 a 12 de mayo de 2018)

El grupo de trabajo La Ciudad de los Niños se configuró hace casi 20 años y forma parte de Acción Educativa, Asociación que nació a finales de la dictadura franquista  con el objetivo de contribuir a la renovación de la escuela a partir de la formación permanente del profesorado.

Los trabajos sobre ciudad e infancia están vinculados a Acción Educativa desde sus comienzos. La ciudad es un recurso muy valioso didácticamente: puede ser un espacio  de participación, de manejo de distintas herramientas y de creatividad. Se puede pasar del estudio de la ciudad real a la ciudad ideal, e incluso fantasear con la ciudad soñada.

La filosofía del grupo se apoya en las propuestas de Francesco Tonucci, resumidas inicialmente en su libro La Ciudad de los Niños[1]. A partir de su publicación, nuestro colectivo comenzó a difundir sus propuestas en España, en  distintos Ayuntamientos y Juntas de Distrito de barrios, y a ponerlas en práctica en algunos de ellos.

La novedad de la iniciativa, lo que sorprendía y aún sorprende, es que el foco de atención es la ciudad, no la escuela. En palabras de Tonucci, “es una propuesta de acción política para la ciudad”. Esto no quiere decir que no tenga relación con  la institución escolar, todo lo contrario: en la escuela se inician casi siempre los procesos de participación y se discuten las distintas propuestas que van surgiendo de los Consejos de Niños o de las Comisiones de Participación. Dos de los grandes proyectos que ha llevado a cabo el Grupo La Ciudad de los Niños se han desarrollado en escuelas de la ciudad de Madrid: Agenda 21 Escolar, de la que surgió una “Caja de Herramientas” con propuestas didácticas muy valiosas para fomentar la participación infantil en el aula, en el barrio y en la ciudad; y Madrid a pie, que pretende divulgar y aprovechar las ventajas de que el alumnado vaya andando a la escuela y, preferentemente, sin la compañía de adultos.

El grupo Ciudad de los Niños tiene una trayectoria de trabajo consolidada que fue galardonada en 2012 con el Premio Internacional del Programa Hábitat de Naciones Unidas como Mejor Práctica para mejorar la vida en las ciudades. El trabajo del Grupo se ha enriquecido notablemente con la organización de nueve Encuentros, que han servido para que las personas interesadas en el tema de la autonomía y la participación infantil en la ciudad, procedentes de ámbitos profesionales diversos (educación, psicología, sociología,  urbanismo, arquitectura…) pudiesen reflexionar a partir de las aportaciones de ponentes de gran  prestigio,  debatir  y tener  la posibilidad de exponer sus propias experiencias. En estos Encuentros contamos  con la participación de niños y niñas, que son los protagonistas de algunas  sesiones de trabajo. Después de la realización de cada Encuentro, se ha publicado un libro, que recoge todas las conferencias, debates y experiencias presentados en torno a las temáticas propuestas para cada convocatoria: participación, valores ciudadanos,  transformaciones de la ciudad,  participación social de los niños, infancia y medios de comunicación,  infancia y ciudadanía, infancia, juego y ciudad … En la actualidad estamos trabajando en el diseño del X Encuentro.

El proyecto  Ciudad de los Niños tiene dos ejes principales:

  • El desarrollo de la participación y la autonomía infantil
  • La transformación de la ciudad

El desarrollo de la participación y la autonomía infantil

El desarrollo de la autonomía infantil se inicia en el ámbito familiar y escolar. Desde la primera infancia hay que trabajar la construcción de un “nosotros” donde existan límites, reglas, pluralidad, establecimiento de consensos, respeto a los disensos, el entendimiento, la  aceptación de que “el otro” tiene los mismos derechos que yo, …

La escuela  debe educar sobre, en y para la ciudadanía[2]. En el primer caso se trata de que el alumnado identifique qué significa ser ciudadano, qué derechos y deberes conlleva, cómo pueden promoverse. Educar en la ciudadanía requiere desarrollar experiencias y prácticas de ciudadanía: hacer de la escuela un lugar en el que se participa y, como consecuencia, se aprende a participar, a asumir responsabilidades, a rendir cuentas y saber pedirlas. Educar para la ciudadanía pone el foco en el logro de competencias básicas para ser un ciudadano con plenos derechos y deberes[3].

Eso implica una pedagogía de la participación en el día a día del aula y de la escuela, donde se deben organizar estructuras participativas para que niños y niñas contribuyan en la organización de tiempos y espacios, donde se escuchen sus ideas y propuestas, donde puedan asumir responsabilidades y contribuir a su mejora, donde también se pueda promover la colaboración y la participación en proyectos del entorno, en su comunidad, en su  barrio o ciudad… Sin embargo, como ya se ha mencionado antes, el ámbito del proyecto de la Ciudad de los Niños no es escolar sino ciudadano. La comunidad local y el barrio, en las grandes ciudades, constituyen su nivel fundamental de participación y está muy relacionada con la educación, ya que la ciudad se puede y se debe convertir en un espacio educativo.

En el caso de los niños, niñas y adolescentes, son ellos los que deberían ser protagonistas de los procesos participativos en relación a cuestiones de su vida cotidiana, pero somos los adultos quienes debemos facilitar dicha participación. Por eso es preciso contar con su compromiso, si es posible a largo plazo, abriendo cauces para esa participación y proyectándola al resto de la comunidad a través de la implicación de agentes sociales relacionados con la infancia: municipales, asociativos, educativos, familiares; tanto del ámbito formal como no formal, etc.

Para llevar a cabo procesos de participación infantil es imprescindible:

  • Que se respeten los tiempos necesarios. La escala temporal de la participación infantil nada tiene que ver con los tiempos políticos.
  • El compromiso y la valentía de las instituciones para que el proyecto se llegue a consolidar. Los procesos participativos de la infancia implican asumir los riesgos necesarios para que los niños y las niñas avancen en autonomía personal y se produzcan verdaderos aprendizajes.

Dar participación a la infancia en la ciudad es una necesidad para ella misma, pero además es una gran oportunidad para la crear una ciudad mejor para toda la ciudadanía. Algunos autores consideran que esa participación puede considerarse un indicador ambiental: las ciudades sanas y hermosas son aquellas donde los niños tienen la posibilidad de caminar, pasear y jugar libremente en sus calles[4].

En los últimos años ha podido observarse un creciente interés por la amplia, pero, a veces nebulosa, noción de la ciudadanía infantil. El punto de apoyo para hablar de la misma se busca y se encuentra en los artículos de la Convención de los Derechos del Niño dedicados a la libertad de opinión, de expresión, de pensamiento y de asociación (art. 12 al 16)[5]. La apelación a estos artículos significa que existe un fuerte acuerdo sobre la necesidad de pensar y revisar el lugar de los niños en la sociedad contemporánea. De un lado, conlleva el ideal de un mundo mejor para la infancia; de otro, la referencia a ciudadanía sugiere no sólo cambios en la imagen y en la práctica hacia los niños, sino también en las normas legales y en las políticas que han probado ser poco participativas casi siempre. Hay que tener en cuenta que, incluso en los casos en los que se supone que hay participación infantil, ésta suele estar en los escalones más bajos de la Escalera de Roger Hart (manipulación, decoración o política de forma sin contenido).

En el camino hacia una definición de ciudadanía más inclusiva y plural es necesario tener en cuenta a los niños, niñas y adolescentes. Nadie nace sabiendo ser ciudadano. Se aprende a ser ciudadano y es un aprendizaje emocional, no es un simple conocimiento, es una capacidad que debe desarrollarse. Se trata de reconocer, de una vez, que tienen capacidad de ser, pensar y actuar en la ciudad. Es necesario negociar los espacios de convivencia entre los distintos agentes que se mueven en la ciudad: niños y niñas, mujeres, personas con discapacidad, ancianos, inmigrantes…,  que tienen en ocasiones dificultades para desarrollar su vida cotidiana en un entorno que suele dar prioridad a los desplazamientos rápidos y a las actividades económicas[6].

La transformación de la ciudad

El proyecto La Ciudad de los Niños pretende hacer de la ciudad un lugar de encuentro e intercambio, un espacio urbano diferente, transformado con la participación de los niños y las niñas. Se trata de un proyecto para toda la ciudad, una nueva filosofía que asume a los niños como parámetro de calidad: si una ciudad es buena para ellos, también lo será para el resto de la ciudadanía.

La cuestión es cómo lograr esa ciudad buena para la infancia. Para ello se necesitan estructuras de participación en las que el pensamiento infantil pueda expresarse con naturalidad y respeto. No se trata de un foro para pedir cosas, ni para jugar a la representación, ni un ayuntamiento en miniatura; sino de un proceso de participación real con el objetivo de cambiar algo, de tomar decisiones, de lograr una ciudadanía responsable y una ciudad más habitable. ¿Quién conoce mejor que la infancia las dificultades que plantea el entorno urbano para ella misma? Escuchemos y analicemos sus propuestas, será más práctico y más satisfactorio para todos.

El espacio es una realidad que condiciona la evolución los niños y las niñas. Que la infancia cada vez ocupa menos el espacio urbano es una evidencia para cualquier observador y un motivo de estudio muy generalizado. Se está perdiendo el juego libre en la calle y es una de las principales vías de aprendizaje de la ciudadanía. La ciudad debe volver a ser el campo de juego y eso crea muchos conflictos de intereses (tráfico, económicas: terrazas de bares o restaurantes…).

Un  objetivo básico es la recuperación del espacio público para que se pueda volver a jugar en la calle, ir solos a la escuela, convivir con los vecinos y vecinas y aprender de todas esas experiencias

El espacio público, el barrio y la ciudad, constituyen el ámbito ideal de convivencia el espacio de valores ciudadanos. El espacio público en sí mismo favorece, o dificulta, la construcción de un equilibrio confiado y abierto.

El espacio público debe ser el espacio del encuentro, de la relación, de identificación, de expresión comunitaria, de la fiesta… pero, hemos perdido el control social del territorio. El entorno social se ha ido diluyendo y empobreciendo. El espacio público se ha convertido en espacio privado y debemos reconquistarlo[7]

La conquista del espacio público constituye uno de los factores básicos de la autoafirmación personal. Disponer de unos lugares de encuentro en un entorno amigable, cobra una especial importancia, no solo porque proporciona la oportunidad de explorar la realidad y estar juntos, sino también porque ayuda a medirse con la comunidad y a crecer en este proceso.

Los espacios públicos deberían reunir algunas características para que respondiesen a su nombre y a su finalidad; entre ellas podemos señalar: que sean saludables y seguros, con un buen nivel de mantenimiento, con equilibrio entre la legibilidad y el misterio, que favorezcan la actividad exploratoria y el juego. Dichos espacios deberían permitir e incluso propiciar la mezcla de usos y de usuarios, enriqueciendo así las experiencias y las relaciones y recuperando ámbitos de encuentro. El espacio público supone: dominio público, uso social, colectivo y multifuncionalidad. Debe caracterizarse por la accesibilidad: es un servicio público. Nos relacionamos con el espacio, como con las personas, con una relación de empatía que aumenta con el contacto. En caso contrario, un espacio que estaba hecho para la relación se queda reducido a un espacio individualista en el que el aislamiento afecta a todos: infancia, personas mayores, personas con diversidad funcional…. Esto nos lleva a la necesidad de promover experiencias intergeneracionales[8].

Una ciudad fruto de la especulación puede contribuir a la ruptura de la convivencia y a una pérdida del sentimiento de ciudadanía. Por el contrario, la ciudad hecha con calidad favorece y crea sentimiento de ciudadanía.

La ciudad es un lugar de equilibrios. Pero el equilibrio es el resultado de una búsqueda que resulta incómoda y exige un esfuerzo cotidiano, de él depende el nivel de ciudadanía, el éxito de la política local[9].

Necesitamos nuevos planteamientos para educar en la responsabilidad. Lo mismo que la democracia, la tolerancia, la solidaridad y tantos otros valores, no se aprenden solo con consejos o lecciones, sino sobre todo pudiéndolos llevar a la práctica. Para que ello sea posible, los adultos debemos proporcionar oportunidades para que los menores asuman responsabilidades reales en situaciones prácticas también reales. La ciudad educa, aunque no siempre lo haga en la dirección que nos gustaría.

El proyecto de La Ciudad de los Niños pretende la transformación de la ciudad, y las propuestas sobre las que se puede trabajar son muy diversas, aunque todas ellas requieren una fuerte implicación de los niños y de las niñas, tanto en el proceso de gestación como en los de elaboración y ejecución. En ese proceso los adultos valoramos a la infancia por lo que ya es, en el presente, y no sólo por lo que va a ser en el futuro.

¿Qué ganan los niños y niñas?:

  • Reconocerse como ciudadanos de pleno derecho en el presente.
  • Participar en los temas que les afectan.
  • Aprender a participar, participando.
  • Aprender a colaborar en grupo para resolver problemas de forma dialogada.
  • Adquirir autonomía y seguridad en sus desplazamientos por la ciudad.
  • Adquirir un sentido de pertenencia y responsabilidad de actuación en la ciudad.

Cambios en la ciudad:

  • Una ciudad que considere las necesidades de los niños (y, por tanto, de los más débiles, discapacitados, ancianos, etc.).
  • Una ciudad que reconozca el derecho de los niños y niñas a participar y lo ponga en práctica.
  • Una ciudad que promueva la autonomía y la seguridad de la infancia, con espacios para el encuentro y el juego libre.
  • Una ciudad que favorezca la exploración de lugares nuevos, que estimule la creatividad y la búsqueda de soluciones para los problemas que perciben los niños. Su razonamiento y su visión de la ciudad son diferentes a los de los adultos y los enriquecen.

GRUPO DE TRABAJO LA CIUDAD DE LOS NIÑOS

                                                                     ACCIÓN EDUCATIVA

                                                                         Febrero 2018

Documentos disponibles a través de:

        Web de Acción Educativa: http://accioneducativa-mrp.org/

        Blog del Grupo La Ciudad de los Niños: www.ciudadinfancia.blogspot.com/

        Contacto:   ciudadinfancia@gmail.com


1   En el momento de la publicación del libro no se tenía tan en consideración como ahora el lenguaje de género.  Aunque en  2013 se publicó “Con ojos de niña”, hemos mantenido el nombre original del Grupo, pero todas nuestras reflexiones se refieren y se han referido siempre  a los niños y a las niñas.

[2]               Coll, C. (2006).- Educar para la ciudadanía en la sociedad actual: escenarios educativos y aprendizajes básicos.

[3]                Martín Ortega, E. (2014).- Evolución del pensamiento infantil en los aspectos relacionados con la ciudadanía. En VIII Encuentro La Ciudad de los Niños: Infancia y ciudadanía.

[4]        Prisco, A. (2010).- Los niños necesitan moverse en la ciudad; la ciudad necesita niños que se muevan. En VI Encuentro Ciudad de los Niños: Derechos de la infancia y autonomía en las ciudades actuales.

[5]      Convención de los Derechos del Niño:

  • Artículo 12: El niño tiene derecho a expresar su opinión y a que ésta se tenga en cuenta en los asuntos que le afectan.
  • Artículo 13: Todo niño tiene derecho a buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, siempre que ello no menoscabe el derecho de otros.           
  • Artículo 14: El niño tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión bajo la dirección de su padre y su madre, y de conformidad con las limitaciones prescritas por la ley.
  • Artículo 15: Todo niño tiene derecho a la libertad de asociación y de celebrar reuniones, siempre que ello no vaya en contra de los derechos de otros.
  • Artículo 16: Todo niño tiene derecho a no ser objeto de injerencias en su vida privada, su familia, su domicilio y su correspondencia, y a no ser atacado en su honor.

[6]              Grupo de Trabajo La Ciudad de los Niños (2014).- VIII Encuentro La Ciudad de los Niños: Infancia y Ciudadanía.

[7]              Conclusiones del V Encuentro La Ciudad de los Niños. La Infancia y la Ciudad: Una relación difícil(2008).

[8]              Corraliza J.A. (2012).- Imágenes de la ciudad: experiencia infantil de los entornos urbanos. En VII Encuentro La Ciudad de los Niños. Infancia y medios de comunicación.

[9]            Estévez, X. (2002). Planificar la ciudad pensando en todos. II Encuentro La Ciudad de los Niños. Las transformaciones de la ciudad.