Revista de Acción Educativa, Nº 92
Todos los que nos dedicamos a la apasionante y compleja tarea de enseñar – si es que se puede enseñar algo, que diría el maestro Borges – sabemos lo difícil que es que las ideas se concreten en una práctica cotidiana que transforme substancialmente la realidad de nuestras aulas.
En teoría, la LOGSE, nos ofrece una estimulante apuesta por unas Relaciones de Comunicación que posibiliten que todos los saberes de la clase fluyan y se influyan entre sí, unos Principios de Actuación constructivistas que tengan en cuenta lo que las niñas y los niños saben aún antes de su incorporación a la escuela; unos Contenidos en los que no sólo tenga cabida la memoria, sino también la propia experiencia vital de nuestras alumnas y alumnos… ¿Pero es ésta, hoy día, la realidad de la mayor parte de nuestras escuelas? ¿Todas estas ideas, posibles y contundentes –sin duda– han determinado un cambio significativo de la práctica diaria de nuestras clases?,…
Cuando nos planteamos estas reflexiones estamos analizando y apostando por dos tipos de escuela diferentes, y por tanto, dos modelos de sociedad opuestos. La escuela normativa, tradicional, en la que los alumnos no cuentan y la escuela activa, participativa, de corte más moderno, en la que los alumnos y alumnas investigan y configuran su propio aprendizaje.
Pero, ¿qué entendemos por modernidad cuando hablamos de educación? ¿Recoger y aplicar las últimas teorías más de moda? ¿Investigar en el poso cultural de una historia tan rica y compleja como ignorada? ¿Tienen, hoy, nuestras escuelas, el respeto por el sentimiento lúdico, es decir, investigador que impulsa a nuestras alumnas y alumnos a descubrir y aprehender el mundo que les rodea? ¿O nuestras escuelas se dedican, más bien, a planificar, estructurar ordenar, espacios, contenidos, evaluaciones, etc.?
En Acción Educativa estamos muy preocupados por estas y otras cuestiones, que de alguna manera definen la puesta en práctica de la LOGSE. Por eso queremos en esta Escuela de Verano, –que ya hace la número XXI–, reflexionar a cerca de la importancia que tiene la investigación como método de trabajo y aprendizaje. Un método, y así lo defendemos, que posibilita la formación de un pensamiento autónomo, de un espíritu abierto, de ciudadanas y ciudadanos críticos… Para centrar estas reflexiones hemos abierto los ojos, y nos hemos asombrado con nuestra propia historia:
“La enseñanza debe tener como fin primordial desarrollar mediante un adecuado ejercicio las facultades mentales de los niños, su poder de observación y comprensión, su firmeza de juicio, su originalidad, su pluralidad de intereses, sus aptitudes para la acción…» (Reglamento del Instituto-Escuela de 1918)
«El maestro, rompiendo los moldes del espíritu sectario, debe exigir del alumno que piense y reflexione por él en la medida de sus fuerzas sin economizarlas: que investigue, que arguya, que cuestione, que despliegue las alas de su espíritu…» (Giner de los Ríos, 1886)
¿Y que decir de todas las ideas de Mayo del 68: Adorno, Berlín, Berkeley, París… que aunque políticamente terminaron en un aparente fracaso, lograron que la figura del niño y su mundo ya no pudiera ser concebida como antes?
¿Cómo olvidar las reflexiones, las investigaciones del Movimiento de Escuela Popular, de la Escuela Moderna, del Movimiento Cooperativo, de Rodari, de nuestros compañeros los Movimientos de Renovación Pedagógica del Estado español?
Desde Acción Educativa, creemos que estas ideas, que se concretaron en realidades asombrosas, encierran las bases de una verdadera investigación: de la auténtica actividad creadora. Es decir, de esa capacidad fundamental, que hace que los seres humanos se proyecten hacia el futuro. Por todo ello defendemos:
Una escuela científica y creativa que forje alumnas y alumnos seguros de su propio aprendizaje en el descubrimiento del mundo que les rodea y en la reelaboración de su realidad…
Una escuela científica y creativa que potencie el pensamiento divergente y autónomo de las alumnas y alumnos que les lleve a cuestionarse cualquier respuesta que les sea dada…
Una escuela científica y creativa que sea capaz de corregir las diferencias sociales existentes entre los alumnas y alumnos que acuden a ella…
Una escuela creativa y científica que eduque, en definitiva, para la Libertad, la Igualdad, y que por supuesto… que tienda a la felicidad…
¿Más cómo concretar estas ideas en nuestra práctica diaria? De nuevo te invitamos a compartir tus inquietudes, tus experiencias, durante estos días, en la búsqueda de la sociedad y la escuela que todas y todos soñamos.