Nos decía Blas de Otero: “Pido la paz y la palabra. He dicho “silencio”, “sombra”, “vacío”, etc.”. Nosotros reivindicamos: ante el silencio el diálogo, ante la sombra la radiante luz y ante el vacío la palabra potente y luchadora. Ambiciosa. La palabra poética, con la misma fuerza dramática que le dio Bertolt Brecht, ese impulso lejano y combativo.
La palabra es hilo conductor del amor, lo materializa, le da forma, crea un pasado que lo proyecta hacia el futuro, lo convierte así en poesía. Tensión dramática en el texto, le da la fuerza y el impulso que sacude.
La palabra es la materialización del pensamiento, es el canto de la idea. El misterio hecho sonido. La idea desprendida del intelecto, materializada en sonido, cargada de sentido consciente. Metamorfosea la idea en canto, sublime misterio hecho sonido.
La palabra da cuerpo al concepto, voz al pensamiento, ofrece no sólo una mirada del mundo sino que nos brinda la oportunidad de nombrar y crear el mundo que queremos, por el que luchamos.
Es un privilegio poder, en esta XXXIV Escuela de Verano compartir con vosotros la palabra en el marco de la trayectoria que nos identifica a Acción Educativa como Movimiento de Renovación Pedagógica.
En tiempo de crisis no es bueno callarse. La palabra es la llave que abre la puerta. Hay que pronunciarse, no para mirar hacia otra parte, sino para poner conciencia de lo que sí podemos hacer a pesar de las dificultades que se nos imponen.
Se nos plantean a nivel mundial, a nivel de todo el Estado y de forma más explícita en la Comunidad de Madrid no sólo incertidumbre y desequilibrios: se nos plantean posibilidades de acción, de encuentro, de respuestas colectivas. Y esto, de lo que todavía se habla con cautela, es decididamente nuestra apuesta desde un Modelo de Formación participativo, motivador, cooperativo, en igualad, cercano a la práctica, abierto a los intereses reales de los enseñantes, sensible con las necesidades de los centros, propiciando la reflexión como uno de los ejes irrenunciables para avanzar en un proceso de Democratización de la escuela que peligra. De la Escuela Pública en la que creemos: una Escuela Pública y Popular, laica, mixta, interclasista, educadora, científica, artística, con participación de las familias, abierta al entorno, así como referente cultural y agente de cambio del pueblo o barrio en el que están ubicadas.
Proponer una Escuela de Verano como ámbito de encuentro, de re-encuentro, y acogida, es comprometernos también con la defensa de un tiempo más amable. La amabilidad frente al arañazo de la crispación o la prepotencia es un modo de buscar estrategias para hacer de nuestros entornos próximos lugares en los que el amor por lo que hacemos sea el punto de partida. No hay Educación que se enfrente al fracaso tan cacareado por los medios que no deba abordarse desde una perspectiva de amabilidad pedagógica. Frente a la didáctica de la eficacia para el mercado habrá que volver la mirada a la amabilidad de la calidez de los espacios, del número equilibrado de alumnos y alumnas por aula, del trabajo en equipo y en centros abarcables, del encuentro con familias que tienen que tener el derecho a un tiempo para la educación de sus hijos… Hablar de calidez y amabilidad no es pedir un imposible. Es recordar que en todas las etapas de la historia hubo grandes barreras y en cada una de ellas, sin excepción, hubo gente, como nosotros, que pudo saltarlas poniendo empeño y coherencia en lo que creían y defendían.
De eso supieron las maestras y maestros republicanos, Ángel Llorca entre ellos, que es hoy uno de nuestros grandes referentes y que defendió este planteamiento hasta el final de su vida.
El recuerdo a Ana Pelegrin, in memoriam, nos lleva a recuperar la intuición literaria, el sueño que produce el juego infantil y el gozo extremo del peregrino que llega a tierras conocidas y se envuelve en el cálido abrazo de la conversación infinita. Nos impulsa a llevar a la cúspide, con su rigor científico y su belleza poética el grandioso lenguaje poético, a usar la imaginación no como verdadera realidad de las cosas sino en su función soñadora, que nos descubre los amplios mundos por los que ella ya nos precedió y que se abren para nosotros desde la principal justificación de la palabra en su contexto social y político. Una de sus labores más concienzudas fue fijar la memoria… como ahora ella continúa fija en nuestra memoria literaria…
Pensar en nuestros antecesores nos lleva además a la responsabilidad de hacernos eco, como ellos lo hicieron, de nuestra propia práctica. Tiene que saberse que en el momento actual somos muchos los que estamos sacando, y con éxito, las cosas adelante a pesar de los imperativos y despropósitos de leyes y Administraciones ante las que estaríamos dispuestos a transmitir nuestro punto de vista si nos dieran la oportunidad de ponerle voz. Son tiempos duros para poder hacerlo, pero se hace por ello imprescindible llegar a los compañeros y compañeras con quienes compartimos la tarea, a quienes nos preceden, a la opinión pública más cercana, a la opinión pública general. Expresar lo que pensamos. Contar lo que hacemos, cómo lo hacemos, por qué lo hacemos y los frutos que va dando aunque se obvien o no se reconozcan es uno de los objetivos que nos mueven.
…Dejemos pues que la palabra desde la prosa sugerente, la delicada poesía, el combativo teatro despierte en el lector el dormido misterio de la vida. Y nos llene de intuiciones y despierte en nosotros el uso combativo de la palabra. Que no se nos calle. Tenemos la palabra…