Este Texto es un homenaje a todas aquellas maestras y maestros de los años setenta y ochenta, no se trata de un análisis histórico ni pedagógico, simplemente es un reconocimiento a todos los profesionales que en esa época lucharon por una Educación Pública y de calidad y con su ejemplo iluminaron nuestro camino.
La historia de estos maestros y maestras se encuadra en los años setenta, cuando comienzan los Movimientos de Renovación Pedagógica iniciándose de forma clandestina para después visibilizarse al acabar la Dictadura Franquista.
Es una época de gran agitación social y política, con gran esperanza de cambio, que influye en muchos ámbitos y la educación no se queda al margen.
Pero curiosamente, cada ámbito evolucionó a su manera, si a nivel político esta esperanza de cambio desemboca en los años ochenta de forma desalentadora, con varias cortinas de humo, en Educación no, por el contrario cada vez más docentes piden y realizan experiencias educativas renovadoras y esenciales para la Escuela Pública.
Estos profesionales, miran a otros países y nos traen experiencias como los proyectos de educación socialista, como el difundido por Makarenko, las escuelas de Reggio Emilia, Summer Hill o el instituto Loczy y los movimientos de las escuelas populares de la mano de Paolo Freire.
Introdujeron la teoría socio-histórica de Vigotsky, el constructivismo de Piaget, los principios de la Escuela Nueva… Ideas antiguas (de hace dos siglos y en algunos casos más) pero que todavía no hemos sido capaces de aplicar de forma práctica, a nivel general, en nuestro sistema educativo.
Pero además, no se olvidaron de mirar a atrás, en nuestro contexto, y revivieron la esencia de nuestras maestras y maestros republicanos, inspirados por la Institución Libre de Enseñanza, que algunos querían y creían aniquilada pero cuyo espíritu fue más fuerte que los fusiles y se reveló con el tiempo.
Estos docentes, se embarcaron en la aventura del cambio, uniendo teoría y práctica, promoviendo experiencias singulares, que incitaron una reforma educativa, con sus luces y sus sombras sí, pero realizada por psicólogos, pedagogos y maestros, cuyos principios eran los que hoy lo son en “sistemas educativos ejemplares” según los Informes a los que damos tanto crédito. Esta ley se acompañó además de una publicación MEC: Los materiales curriculares, conocidos como “Cajas Rojas” con contenidos de diferente índole con el fin de ilustrar, guiar y apoyar al maestro en su práctica docente.
A pesar de todos estos esfuerzos, esta Ley no tuvo éxito, quizá porque nuestro Sistema Educativo nunca ha necesitado que lo reformen, como se ha venido haciendo, sino que lo transformen como solo una vez se hizo.
Seguramente, la mayoría de nosotros hemos coincidido en nuestra trayectoria profesional o personal con estos maestros y maestras, a veces nos doblan en edad, pero también en innovación, reflexión y pensamiento crítico.
Son quienes nos guían y nos iluminan con su ejemplo, nos hacen modificar nuestros esquemas de pensamiento, nos enseñan historia en cada discusión o planteamiento, nos hacen ver que no somos ni tan listos o ni tan innovadores y lo más importante nos dan esperanza, la esperanza de cambiar lo establecido, en beneficio de los niños, esperanza de futuro.
Algunos han colaborado en la elaboración de textos legislativos, han escrito libros o dan conferencias, pero la mayoría de ellos son anónimos, trabajan día a día en los centros escolares, en Movimientos de Renovación Pedagógica, en Plataformas, etc. pero no han tenido un reconocimiento e incluso han sido ignorados.
Por ello, estas líneas son para ellos y ellas, para todos los maestros y maestras que con su ejemplo y su práctica nos inspiran día a día y mantienen viva la esencia de la educación transformadora y la pedagogía activa.
Porque son nuestro faro y con su luz nos guían.
Grupo de Atención a la Diversidad.
Hola: Soy una de esas maestras a las que quereis reconocer.En la Escuela Normal dónde estudié no me enseñaron a enseñar ni a resolver problemas de aprendizaje, de conducta, atención a la diversidad…Algunas/os nos dimos cuenta que tenia que haber otras formas de enseñar que las que habian empleado con nosotros en las escuelas franquistas.Empecé mi formación haciendo cursos en Las escuelas de verano de Acción educativa, yendo a conferencias, (escuché a Piaget en Madrid), leyendo experiencias de las que citais y al fin intentando hacer cambios en nuestros centros.A pesar de las dificultades, y luego ayudados por la Ley creo que he formado a lumnos libres,críticos y muy lectores. Gracias por este reconocimiento.
Soy docente jubilada desde hace un año. Empecé como profesora de EGB a principios de los años 70 y he trabajado en la Escuela de Magisterio, hoy Facultad de Educación, en la formación de maestras y maestros durante casi cuarenta años. Puedo asegurar que la década de los 70 y 80 fueron unos años emocionantes, en los que el día a día intentaba ser un intento de superación continuo de aquella escuela de los bancos alineados y de cuarenta o cincuenta niñas y niños, juntos o, muy amenudo, separados en escuelas de niños por una parte y de niñas por otra y, escuela que llamábamos pasiva, para distinguirla de la idea de la activa y participativa a la que aspirábamos, en la que se trabajara por centros de inerés, proyectos, etc., que impulsábamos desde la formación inicial, muchas veces con escasas fuentes de información, que buscábamos con ansiedad en bibliotecas educativas, públicas, pocas y escuetas, Rosa Sensat destacaba por su cualidad,y alguna más, que fueron de una gran ayuda. Compartíamos y comentábamos los escasos libros pedagógicos y didácticos y las noticias de experiencias de otros países, que teníamos, que exprimíamos para encontrar y poner en práctica de la forma más provechosa. Evidentemente, no había los medios con los que ahora contamos, aunque nos parezca imposible. Ni ordenadores, ni Internet. Un libro era algo importante y había pocos ejemplares, por lo que había que esperar el turno. Las Escoles d’Estiu eran verdaderos forums de comunicación y de intento de renovación pedagógica con un gran bullir de ideas, de compartir experiencias, de predicar en lo que creíamos debía ser una escuela activa y participativa y de ofrecer didácticas específicas innovadoras, llenas de ilusión y de esperanza. Íbamos por delante de las leyes que poco a poco recogían algunas de nuestras aspiraciones. Hubieron cambios profundos e ilusionantes que luego han cristalizado en lo que se ha convertido en rutina, para bien en muchos casos, pero también con defectos. A pesar de las penurias, fueron unos años fructíferos, en los que participaron muchas maestras y maestros con gran compromiso personal y colectivo, y gran generosidad, con el fin de cambiar la escuela franquista en una democrática.
Gracias por un texto lleno de emoción y reconocimiento a quienes en efecto hicieron aportaciones necesarias para intentar mejorar la calidad de nuestro sistema educativo, aunque no se consiguiere tanto como lo soñado.
GES
El deber de memoria incluye a los docentes y la docencia.
.si queremos vivir en libertad, hay que educar en solidaridad!