En Nueva York, la ciudad en la que nació y a la que volvió tras décadas como profesor en las Universidades de Harvard (EEUU) y de Oxford (UK).
Desde la primera mitad del siglo XX fue ya un psicólogo famoso por sus estudios experimentales sobre la percepción, el pensamiento o el aprendizaje. Seguiría abriendo brecha en el campo de la comunicación prelingüística, la adquisición del lenguaje, la interacción temprana adulto-niño, o las primeras habilidades motrices. Sin embargo sus intereses intelectuales le llevaron a explorar otras varias disciplinas, como la educación, la lingüística, la antropología, la primatología o el derecho.
Durante décadas esa interdisciplinariedad apareció como objetivo de ensayos individuales, o colectivos. En ocasiones como actividad cotidiana, por ejemplo en sus visitas anuales a las Escuelas de Reggio Emilia, en Italia, y en alguna de sus obras más teóricas de las últimas décadas (The Culture of Education, 1996, Minding the Law 2002).
En muchos libros de historia aparece reconocido, junto a su amigo G.Miller y a N.Chomsky, como uno de los padres de la llamada Revolución Cognitiva, la alternativa al Conductismo que negó la posibilidad de estudiar científicamente los procesos mentales. En la educación apostó siempre por la necesaria reforma del sistema educativo y por acercar la ciencia y el arte a los primeros años escolares.
Su trayectoria fue muy atípica, a contracorriente de la creciente especialización, buscando siempre establecer nuevas relaciones entre el conocimiento fragmentado de las diversas ciencias sociales y aspirando a una visión cada vez más global y más comprehensiva. Convencido de la importancia de abordar los problemas en lo que calificaba como una doble espiral, profundizando en su desmenuzamiento y análisis y relacionándolos, simultáneamente, con aspectos y cuestiones más generales. En una conferencia en el Instituto Superior de Psicología Aplicada (ISPA) de Lisboa en 2013, retomaba el tema de la Revolución Cognitiva para tratar de entenderla, no como una evolución de la psicología desde ella misma, sino como la respuesta de esa disciplina a los profundos cambios que se estaban produciendo en el mundo en la mitad del siglo XX. Su autobiografía, En busca de la mente (1983), se convirtió en el punto de partida de un nuevo y brillante capítulo de su actividad investigadora. Narrar la propia vida, persigue dar sentido, explicar en cierto modo, hacer explícitas las claves de nuestra trayectoria vital. Fue el inicio de su esfuerzo por definir el pensamiento narrativo, distinto y complementario del pensamiento científico. Probablemente nos falta perspectiva histórica para poder valorar sus muchas contribuciones a los campos más diversos de la psicología y de la educación.
Desde finales de los años 70 del siglo pasado visitó con frecuencia España. Disfrutamos de sus conferencias y de sus charlas de sobremesa en varias universidades (Autónoma de Madrid, Girona, Complutense, Barcelona, Ramón Llul, Menéndez y Pelayo, Alcalá, UNED, etc..). Hace solo 3 días que preguntaba por sus amigos españoles, por su Residencia de Estudiantes en la que tan en casa se sintió siempre. Significaron mucho para él esas visitas. Además de un hombre muy culto, de un extraordinario científico, fue siempre un ciudadano profundamente comprometido con la lucha por la democracia.
Muy probablemente sus obras nos seguirán iluminando en campos muy distintos de las ciencias sociales. Hoy despedimos con tristeza a un ser humano luchador infatigable y, al mismo tiempo, generoso y bondadoso.
Jerry tus amigos, tus discípulos, tus lectores en español no te olvidamos.
J. Linaza (Universidad Autónoma de Madrid)