Desde Acción Educativa queremos hacer una serie de reflexiones sobre las implicaciones en la educación del momento que estamos viviendo:
Aunque desde las Comunidades Educativas se está realizando un esfuerzo inmenso para normalizar, en la medida de lo posible, el trabajo educativo en la situación de confinamiento, está resultando muy difícil, por no decir imposible. Voces de expertos están señalando que la brecha social (no sólo digital) se está agrandando y la equidad cada vez se muestra más utópica.
Sin embargo este puede ser un buen momento para plantearnos de nuevo algunas cuestiones que nos preocupan como Asociación desde hace cuarenta años, pero a las que ahora es urgente dar respuesta: ¿Qué tipo de escuela queremos? ¿Esa escuela se puede hacer online? ¿Es posible atender a la inclusión de este modo? ¿Dónde está el respeto al niño y la niña y a sus necesidades? ¿Se pueden compensar las necesidades del alumnado con los recursos materiales y humanos con los que cuentan los centros educativos?
Estamos convencidos de que las relaciones sociales y el aprendizaje compartido son insustituibles para el desarrollo integral de nuestras niñas y niños y que los contenidos curriculares podrán abordarse en otro momento, pero el desarrollo emocional y social no.
Las decisiones de la Comunidad de Madrid sobre la alimentación de los niños y niñas con menos recursos nos preocupan notablemente, así como la decisión de rescindir los convenios que tienen con los ayuntamientos, que financian las Escuelas Infantiles y Casas de Niños. La Consejería ha desvalorizado a los profesionales de esta etapa educativa, despreciando el teletrabajo que están llevando a cabo, manteniendo el contacto con los niños y las niñas y sus familias, aportándoles recursos como juegos, cuentos, canciones,… y sirviéndoles de apoyo en esta situación tan difícil.
La decisión de que los niños y niñas de 0-6 años se incorporen a las Escuelas Infantiles, si la situación laboral de sus progenitores lo requiere, nos parece inadecuada. Es precisamente en ese tramo de edad, en el que es más difícil garantizar el distanciamiento y las medidas de protección ante la infección. La misma reflexión hacemos en relación con la apertura de los Centros de Educación Especial.
Por lo anteriormente expuesto, creemos que es precisa una reflexión sosegada y profunda en la que se posicione la educación en su valor real y no como remedio de una falta de conciliación laboral y familiar, que más que nunca se ha puesto de manifiesto en este momento.