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Algunos pensamiento de nuestros antecesores

Paulo Freire: (1921-1997) fue un educador y experto en temas de educación, de origen brasileño. Uno de los más influyentes teóricos de la educación del siglo XX.

El alumno llega a la escuela con una cultura, y en clase todos aprenden (profesor y alumnos) si hay relaciones afectivas y democráticas que permitan a todos expresarse. La valoración de la cultura del alumno es la llave para el proceso de concienciación (conocimiento que no se anulará, se superpondrá al nuevo). Diálogo constante, mediante un proceso de reflexión-acción. Aprendizaje dialógico, permite a los sujetos descubrirse a sí mismos y tomar conciencia del mundo que les rodea (construir conocimiento en el contexto social). Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre.

Mediante la comunicación entre sujetos (intersubjetividad) se produce la apropiación de un conocimiento activo y crítico. La alfabetización no puede hacerse de arriba hacia abajo, como una donación o una imposición, sino desde dentro hacia fuera, por el propio analfabeto y con la simple colaboración del educador. Tres momentos en la praxis alfabetizadora: investigación temática (descubrir el mundo vivido por los adultos a través de sus palabras…), codificación de esta realidad (fichas, dibujos, posters…); decodificación (se intenta desvelar la realidad para transformarla). Confianza en el potencial del otro y concienciación… Realiza una educación no compartimentada en asignaturas.

 

Ángel Llorca i García: Nació en Orcheta (Alicante), España en 1866, muere en Madrid en 1942. Fue un maestro y pedagogo español, y uno de los impulsores de la renovación pedagógica en España. Puso su larga experiencia educativa al servicio de la Escuela Pública y de las clases sociales más desfavorecidas. 

«Me esfuerzo para que los niños no sean ajenos a nada de cuanto a su alrededor ocurre. Aspiro a que la escuela sea la imagen de la vida».

“Hay que enseñar a los niños a observar y pensar por cuenta propia desde la más tierna edad. Es el único modo de tener hombres pensadores. Es la única manera de conseguir hombres libres… Un hombre que no sepa ver nada más que lo que los otros le enseñan y se reduzca a repetir lo que otros piensan, será siempre esclavo, aunque la ley pretenda hacerle libre”.

La escuela son los niños. El hacer del maestro debe darse en función del hacer de los niños.

 

Loris Malaguzzi  (1920- 1994. Maestro.

Las cosas de los niños y para los niños se aprenden solo de los niños.

Los educandos aprenden por medio de la observación para después desarrollar sus propios proyectos de creación.

Trabajar con los niños quiere decir tener que hacer las cuentas con poca certeza y muchas incertidumbres. Lo que nos salva es buscar y no perder el lenguaje de la maravilla que perdura, en cambio, en los ojos y en la mente de los niños.

Es necesario que estemos convencidos, nosotros los adultos antes que nadie, de que los niños no son solo ostentadores de derechos, sino portadores de una cultura propia. Que son ostentadores de una capacidad de elaborar cultura, que son capaces de construir su cultura, y de contaminar la nuestra.

El niño está hecho de cien. El niño tiene cien lenguas, cien manos, cien pensamientos, cien maneras de pensar, de jugar y de hablar, cien siempre cien, maneras de escuchar de sorprenderse de amar, cien alegrías, para cantar y entender (…). Le dicen: que el juego y el trabajo, la realidad y la fantasía, la ciencia y la imaginación, el cielo y la tierra, la razón y el sueño son cosas que no van juntas y le dicen que el cien no existe. El niño dice: «en cambio el cien existe».

 

William Heard Kilpatrick (1871- 1965): Nació en White Plains, Georgia en los Estados Unidos. Se graduó como maestro en la Universidad de Mercer y realizó estudios de postgrado en la Universidad Johns Hopkins.

Cualquier trabajo de investigación debe estar basado en los intereses de los alumnos para ser efectivo.

 

John Dewey (1859 – 1952). Filósofo, psicólogo y pedagogo estadounidense.

¨La enseñanza debe ser por la acción. La educación es la vida, la escuela es la sociedad¨.

¨La educación es la reconstrucción continua de la experiencia, que tiene por objeto extender y profundizar el contenido social.¨

¨La educación es un proceso social. La educación es crecimiento. La educación no es una preparación para la vida, la educación es la vida misma.¨

 

Ovide Decroly (Bélgica 1871-1932). Pedagogo belga.

La escuela ha de ser para el niño, no el niño para la escuela.

Concepción del alumno para el autor

  • Es un ser biológico que se adapta evolutivamente a los cambios del entorno… «es un ser viviente, y por tanto resulta necesario que la escuela responda a condiciones biológicas».
  • Sugiere que se le respete su originalidad como organismo.
  • La educación, para este autor, debía respetar la originalidad del niño para poder lograr una mejor integración de las generaciones jóvenes al medio social… «un objetivo social no puede lograrse si no tomamos en cuenta las posibilidades de los individuos».

Función social de la educación

El aporte de su práctica pedagógica es básicamente educar para la vida, lo que significa integrar al niño en su medio social y otorgarle las herramientas necesarias para sus necesidades básicas.

 

Édouard Claparède (Ginebra, 1873-1940). Psicólogo y pedagogo suizo.

Propuesta

La pedagogía debería basarse en el estudio del niño. Decía que la infancia es un conjunto de posibilidades creativas que no deben ser frenadas. Todo ser humano tiene necesidad vital de saber, de investigar, de trabajar. La educación debería tener como eje la acción, y no solo la instrucción. Su método de educación funcional, procuraba desarrollar las aptitudes individuales y encaminarlas para el interés común. Ninguna sociedad, recordaba él, progresó debido a la reducción de las personas a un tipo único, sino más bien debido a la diferenciación. El resorte de la educación no debe ser el temor del castigo, ni tampoco el deseo de la recompensa, sino el “interés”, el interés profundo por la cosa que se trata de asimilar o ejecutar. Es decir, la disciplina interior debe sustituir la disciplina exterior. La educación debe pretender el desarrollo de las funciones intelectuales y morales, y no llenar la cabeza de conocimientos. La escuela debe ser activa, es decir, debería movilizar la actividad del niño. La formación de los profesores debe ser ante todo psicológica.

El niño no debe trabajar y portarse bien para obedecer, y sí porque sienta que esa manera de actuar es deseable.

El maestro ya no debe ser un omnisciente encargado de formar la inteligencia y llenar el espíritu de conocimientos. Debe ser un estimulador de intereses, despertando necesidades intelectuales y morales. Debe ser para sus alumnos mucho más un colaborador que un profesor ex cathedra.

Buscar el interés del niño para desarrollar las aptitudes naturales de cada niño y no utilizar la recompensa y el castigo.