El respeto a la Infancia, ¿una asignatura pendiente?
Para seguir construyendo un mundo donde nos respetemos. “Si la educación no lleva al niño al conocimiento de su mundo en el respeto y la reflexión, no sirve.”
Humberto Maturana
La resiliencia es el arte de navegar en los torrentes, el arte de metamorfosear el dolor para darle sentido; la capacidad de ser feliz incluso cuando tienes heridas en el alma”.
Boris Cyrulnick
La Escuela de Verano, que presentamos bajo el formato de congreso, es un espacio de formación, intercambio de experiencias, reflexión y encuentro entre profesionales de la Educación. El tema elegido para la edición del 2020 fue el “Respeto a la infancia”, entendiendo esta como el periodo que va desde el nacimiento hasta la adolescencia (aproximadamente hasta los 18 años). Como sabéis, no pudimos celebrarla a causa de la pandemia ocasionada por el COVID-19. Este acontecimiento puntual y significativo ha cambiado muchos aspectos de nuestras vidas y, por lo tanto, también en la Educación. Tuvimos que dejar las aulas sin apenas despedirnos y desde las casas intentamos dar continuidad a nuestros proyectos, difícil tarea. Escuchar a las familias, entender lo que pasaba, cómo estaban los niños y niñas, cómo se encontraba el profesorado, cómo llegar a las necesidades de aprendizaje de todos y todas. Cómo organizar las redes de comunicación… canalizar todo esto… al menos se intentó y en muchos aspectos se logró.
Respetar a la infancia tiene que ver con respetarnos haciéndolo con el niño, la niña o el/la adolescente que fuimos y que pervive en nuestro interior. Tiene que ver con tolerar lo que sentimos en su momento, con aceptar las emociones que tuvimos y comprendernos, para poder hacerlo con las actuales criaturas, sin proyectar nuestras carencias o exigirles lo que no exigimos al mundo adulto que las rodea. Por eso, en esta versión del 2021 no podemos olvidar todo lo acontecido y además el tema elegido ahora más que nunca cobra sentido: desde el respeto, cómo afrontar estas circunstancias y poder superarlas.
En las relaciones educativas, entendemos el respeto a la infancia, en primer lugar, como el buen trato que, como personas, todas las que intervienen en el proceso educativo, debemos darnos unas a otras en nuestra convivencia diaria, pero fundamentalmente como algo que tiene que permear todo lo que forma parte de dicho proceso educativo. Y con este enfoque, podemos decir que una educación basada en el respeto es la que contempla los ritmos individuales de niños, niñas y jóvenes, y sus diferencias. Una educación desde el respeto es la que garantiza el desarrollo desde la perspectiva de la infancia, contemplando sus necesidades y motivaciones. De este modo, entendemos que la práctica educativa debe ajustarse a la individualidad de cada niño y niña, y debe tener en cuenta la diversidad en todos los aspectos, tanto los referidos a sus capacidades, sus intereses, como los derivados de su diversidad cultural. En este momento se hace aún más necesario respetar estas diferencias, algunos y algunas habrán disfrutado del contacto con la familia y de una menor presión académica, mientras que otros/as habrán pasado por experiencias difíciles y a veces dolorosas (pérdidas), con la dificultad añadida de afrontar, por su condición, el uso de mascarillas y/o otras barreras de comunicación.
Somos conscientes de que el profesorado no siempre cuenta con los recursos necesarios -personales e institucionales- para asumir radicalmente esta perspectiva. Como en otras ocasiones el profesorado ha tenido sensación de abandono por parte de la Administración, porque el esfuerzo realizado ha recaído, en gran medida, sobre los equipos docentes. Por ello, consideramos tan importante, por un lado, formarnos en lo personal para una mejora continua de nuestra respuesta educativa, y, por otro, analizar con espíritu crítico el entorno institucional en el que desarrollamos nuestra labor.
Este acontecimiento nos ha hecho reafirmarnos más en la idea de que educar es algo más que instruir. La educación es un proceso continuo, en el que la niña y el niño construyen su mundo a partir de sus experiencias sobre el entorno donde se desenvuelven y, por tanto, no pueden ser solo receptores de enseñanzas e instrucciones. Nuestros niños no solo aprenden a través de los contenidos propuestos en el currículo. No podemos olvidar el diseño de los espacios, la organización de los tiempos, las opciones metodológicas, el clima de aula que propicie un ambiente afectivo y una convivencia que les proporcione seguridad. Por otra parte, los currículos oficiales deben ser reinterpretados por los equipos docentes, a fin de asegurar la adaptación de los procesos de aprendizaje a las necesidades y circunstancias reales de los niños y niñas en un determinado momento. Esa reinterpretación a la que hacemos referencia es aún más importante en este período. Seguro que la vuelta nos ha hecho repensar todas estas cosas: utilizar los patios, jardines…, en definitiva, recuperar espacios al aire libre donde estemos más protegidos del virus, ya que al aire libre no se transmite tan fácilmente; nueva distribución de los grupos, nuevos horarios… Por ello, seguimos manteniendo nuestra propuesta para ayudar a comprender mejor cómo son los procesos de enseñanza basados en el respeto, además de tratar de ofrecer estrategias de actuación que puedan llevarse a la práctica.
Hemos citado anteriormente el ambiente en que se producen las interacciones continuas de los niños y adolescentes, tanto con sus compañeros como con el profesorado. Estos intercambios sociales juegan un papel importante en la construcción de su personalidad, sin olvidar el respeto hacia uno mismo (autoestima). Los intercambios sociales también han cambiado, con la distancia, la mascarilla, ¿cuántos aspectos se pierden en la comunicación…? Durante las primeras etapas de la vida (0-18) se establecen los procesos más importantes para luego, en edades posteriores, afrontar la vida en convivencia respetando a los otros/otras, y todo esto tendrá que ver con cómo hayamos incorporado esas primeras relaciones. Los compañeros son fuente de experiencias e intercambios y comunicación, pero también pueden ser fuente de conflictos. El niño irá aprendiendo en el contexto de las relaciones entre iguales y con los adultos que están en su entorno cómo afrontar esos conflictos, abordándolos desde el diálogo y descubriendo que existen puntos de vista e intereses distintos a los suyos. Una educación para el respeto requiere tratar los conflictos de manera que se establezcan condiciones para solucionarlos de forma dialogante y participativa.
Tampoco podemos dejar de hacer mención al juego como la manera de aprender propia de la infancia (además de un derecho), sobre todo en las primeras etapas, pero no debemos renunciar a este recurso en etapas posteriores, donde sigue jugando un papel relevante en los aprendizajes y en la convivencia. Y añadiríamos, en esta situación, como recurso para la resolución de sus conflictos emocionales individuales y colectivos. Todos estos planteamientos no tendrían sentido si no incorporáramos en este enfoque a las familias. Estas también han tenido un papel complicado en esta pandemia, ya que han debido asumir, además de sus situaciones laborales y personales, tareas docentes. Por ello, se tendrá en cuenta este aspecto en las actividades de la Escuela de Verano.
Para finalizar, este año celebraremos el 101 aniversario de Gianni Rodari, conocedor del respeto hacia la infancia, que se refleja en sus estrategias para inventar historias. Defensor de la creatividad y la fantasía, comprendía la mente infantil, su obra es un homenaje a la infancia. Su actitud al respecto queda resumida en esta afirmación: “¿Merece la pena que un niño aprenda llorando lo que puede aprender riendo?”.
Pensamos que esta Escuela 2021 puede ser el lugar para escuchar de nuevo nuestras voces, reflexionar sobre lo que estamos sintiendo, aceptar nuestras emociones y seguir manteniendo, que la educación es esencial para transformar la realidad y aprender a vivir en ella.