Nuestra historia, nuestro futuro
Desde su creación las Escuelas de Verano son una seña de identidad de los Movimientos de Renovación Pedagógica en general y de Acción Educativa en particular, en su compromiso por sacar a la escuela, a la educación, a la pedagogía y a la sociedad en general del desolador panorama en el que se encontraban.
Nuestra primera Escuela de Verano arranca en el año 75. En la actualidad están incluidas en el Plan de Formación Permanente del profesorado de la Fundación Ángel Llorca con el Ministerio de Educación y Formación Profesional y reconocida con 50 horas.
A lo largo de la amplia trayectoria de nuestras Escuelas de Verano hemos tenido una actitud crítica con todas las leyes educativas que han sido implantadas, ya que desde la primera ya venimos reivindicando un modelo educativo que sitúa al educando como el centro de su propio proceso educativo. Desde ahí nuestra mirada crítica, que supone un compromiso profundo de respeto con la tarea educadora.
Nuestra tarea es analizar cómo podemos enfocar nuestra práctica educativa para poner en valor una Escuela Pública y Popular, enraizada en su medio, en la que se eduque en lo intelectual, en lo manual, en lo físico y en lo afectivo, que sea científica y alejada de todo tipo de creencias y dogmas.
Siempre hemos buscado luz en nuestros referentes pedagógicos:
Kilpatrik, Dewey, Claparéde, Decroly, Freinet, Freire, Giner de Los Ríos, Justa Freire, Ángel Llorca, Marta Mata, Emilia Ferreiro, Malaguzzy, Rodari, Merieu, Morin, Stenhousse o Lundgren y quienes, en la actualidad, nos siguen ofreciendo sus experiencias, investigaciones y trabajos.
Concebimos la Escuela como una oportunidad en la que podamos participar todas las personas en todo, porque así haremos realidad la idea de una escuela abierta, participativa, democrática, lúdica, científica, abierta al medio y plural que responda a todas las personas participantes.
Consideramos que las Escuelas de Verano son una oportunidad para analizar, reflexionar y enriquecer nuestra tarea educativa. Presentamos unos días intensos, tanto en el tiempo como en las vivencias; en el tiempo porque cada uno de los minutos será intenso y profundo, no podemos dejarlo escapar, y en las vivencias porque marcarán un antes y un después en nuestro quehacer cotidiano: miraremos, nos miraremos y nos percibiremos de otra forma, descubriéndonos capaces de mover y transformar todo aquello que nos rodea porque la fuerza del grupo así nos lo permite.
Una pincelada de cómo definen la Escuela de Verano algunas personas asistentes a las mismas:
“Si tuviera que definir qué son las Escuelas de Verano… Me vienen a la mente de forma atropellada todo lo que esas Escuelas han supuesto para mí:
-El sol, la luz, la calidez, la caricia del mes de julio.
-La reflexión, el pensamiento, la ideología potente, el discurso perfecto de los que cuentan, el entusiasmo y la búsqueda de los que escuchan.
-Un lugar mágico donde perdernos. Un espacio magnífico donde encontrarnos.
-Unos días de una intensidad absoluta: días, noches, comidas, amistad, conflictos, soluciones, compañerismo…; poesía… cuentos… teatro, reflexión, lecturas, ciencia, arte, juegos, medioambiente, música, tacto, cuerpo, títeres, conversaciones… amores de todo tipo… Vida, otras vidas, otras formas de vivir: con ellas el respeto, la búsqueda, la inquietud, el arraigo a unas personas y a unas ideas…
Y tomar así conciencia de lo que somos y recuperar la memoria de lo que fuimos.”
Decididamente, definen nuestro Modelo de Formación:
- participativo,
- motivador,
- cooperativo,
- en igualdad,
- cercano a la práctica,
- abierto a los intereses reales del profesorado,
- respetuoso con las necesidades e intereses del alumnado,
- sensible con las necesidades de los centros,
- propiciando la reflexión como uno de los ejes irrenunciables para avanzar en un proceso de Democratización de la escuela que peligra.
De la Escuela Pública en la que creemos:
- una Escuela Pública y Popular, laica, mixta, interclasista, educadora, científica, artística, con participación de las familias, abierta al entorno, así como referente cultural y agente de cambio del pueblo o barrio en el que están ubicadas.
«Actividad reconocida, para profesorado en activo, como formación permanente del profesorado por parte del Ministerio de Educación y Formación Profesional, mediante el convenio de colaboración que en materia de formación tiene la Fundación Ángel Llorca con el Ministerio.»