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Conclusiones

En una educación centrada en los educandos el primer paso sería conocer lo mas posible sobre ellos: qué necesitan, qué quieren, como piensan, como sienten y, por supuesto, cómo aprenden.

Los recursos que hasta ahora nos han servido para conseguir ese conocimiento están resultando insuficientes. Durante un tiempo, profesorado, familias, niños y adolescentes nos hemos movido más o menos todos dentro del modelo común. Pero eso ha cambiado y es demasiado diferente como para poderlo asumir con herramientas habituales. Cada vez es más grande la fractura entre los modelos de pensamiento y de relación con el mundo de los niños y adolescentes y los de sus educadores. Esta es una causa fundamental de los problemas que se dan hoy en día en la tarea educativa.

Los cambios socio-económico-tecnológicos sufridos por nuestra sociedad en los últimos años han sido tan vertiginosos que, a la fuerza, tienen que repercutir en la percepción del mundo y en la construcción de la identidad de aquellos que han nacido y han crecido inmersos en ellos.

Cuáles han sido estos cambios, como están influyendo en las relaciones familiares, en la percepción de la realidad, en los valores, en los proyectos de vida, en la forma de aprender, incluso en la configuración del cerebro. Ese es el tema que al que nos proponemos acercarnos para entender mejor nuestro quehacer y mejorarlo.

Cambios socio-económico-tecnológico-político-filosófico-científicos

Cuenta el doctor Payán: “Una vez me llegó un negro de Tumaco, un puerto sobre el océano Pacífico colombiano, intoxicado con sardinas enlatadas. Yo le dije: ¿cómo es que usted que vive a la orilla del mar donde es abundante el pescado se intoxica con pescados enlatados?. Y el me contestó: Doctor, ¿no ha visto usted que en la tele la gente bonita lo que come es enlatados?” (Payán 2000, 117)

Creo que esta pequeña historia lo cuenta casi todo sobre nuestra sociedad.

Hacia otra sociedad

Nos encontramos en el tránsito hacia una nueva sociedad. Sus denominaciones por los analistas sociales nos dan sus características y nos indican lo que está pasando en la actualidad. Vivimos en un escenario-mundo de polaridades que nos muestra estos decorados:

La sociedad del conocimiento y de la información,

de los medios de comunicación y de las redes,

de la globalización y mundialización de la economía,

de las nuevas estructuras supranacionales,

de la crisis de los estados nacionales,

del redescubrimiento de las nuevas identidades,

del surgimiento de los fundamentalismos,

del vaciamiento de la democracia,

de las tensiones internacionales,

del dominio del Imperio,

de la economía de guerra,

del cuestionamiento del estado del bienestar,

del afianzamiento del individualismo y de lo privado frente a lo colectivo y lo público,

de la crisis de lo político,

del resurgir de la sociedad civil y las organizaciones mal llamadas no gubernamentales,

del fin del industrialismo y el auge de los servicios,

del nacimiento del tercer sector (lo que no pertenece ni al estado ni al mercado),

del fin del trabajo a tiempo completo y para toda la vida,

del trabajo y del ser precarios,

del paro y la exclusión social,

de las desigualdades crecientes,

de la pobreza y el hambre,

del Norte y del Sur,

del cambio climático,

de la crisis de las actuales fuentes de energía,

de la postmodernidad, del postindustrialismo, del postcapitalismo,

del fin de la historia y del posthumanismo,

del imperio de lo efímero y de las modas,

de la sociedad del ocio, de la sociedad del vacío,

del crepúsculo del deber,

del afianzamiento de la estética,

del resurgir de la nueva ética,

de la sociedad del hedonismo,

de la sociedad del auto y del “auto”, de la autoestima, de la autoayuda, de la autorrealización, del deber de ser feliz,

de la solidaridad con lo lejano,

de la incomunicación y el desconocimiento del próximo (prójimo),

de la sociedad de la imagen,

de lo virtual,

de lo irreal,

de la velocidad de la luz…

Algunos cambios más

Cambios que marcan la sociedad actual:

– En lo económico: la cultura del nuevo capitalismo: el hombre flexible y adaptable, el ser precario: transformaciones en las relaciones laborales. Dominio de la lógica del mercado: producción de deshechos humanos, consumismo y despilfarro… Dominio del “capitalismo total”.

– En lo político: crisis de la democracia y la política (reconocimiento del nuevo sujeto de los cambios: el todos de la especie humana…). Sociedad posdemocrática y neofascista: docilidad-sumisión de las poblaciones y aniquilación de la diferencia. Irak y la guerra permanente. Una nueva era imperial. El nuevo imperio global. El mundo unipolar. El terrorismo como excusa. El control de las fuentes de energía. Los parias de la tierra: los “sin”. La globalización de la resistencia: movimiento altermundista.

– En las relaciones familiares (relaciones asimétricas en la diversidad de modelos familiares). Las mujeres dobles perdedoras: en la familia y en el mercado laboral. Feminización de la pobreza.

– En las relaciones sociales (sociedad del riesgo y del miedo al otro…, la identidad se nos va de las manos).

– En lo cultural: fin de la modernidad: posmodernidad (explosión de la ignorancia y la docilidad en la sociedad del conocimiento y de la revolución científica).

– En lo científico: crisis del paradigma cartesiano: nuevo paradigma de la complejidad y la incertidumbre. El saber sometido al mercado y todo a la cultura de la guerra.

– En lo tecnológico: telépolis-tecnópolis: ¿hacia dónde?

– En lo ecológico: fin del crecimiento insostenible. ¿Qué sostenibilidad?

– Lo material y lo inmaterial: el sujeto y la humanidad de la humanidad.

– Todo a su vez atravesado por la lógica de la solidaridad defendida y vivida en: Movimientos sociales en el mundo. Bolsas de resistencia. Las redes solidarias…

Hacia nuevos caminos

A la vez se dan elementos centrales en la búsqueda del sujeto capaz de construir nuevas significaciones que den sentido y carácter humanizador a los cambios profundos que se están vislumbrando en la nueva sociedad. Se proponen nuevos paradigmas, se realizan diálogos interdisciplinares y transdisciplinares, se plantean nuevas sensibilidades de proximidad, hay nuevos enraizamientos en el compromiso con los problemas locales enmarcados en el entendimiento de los problemas y compromisos globales, se realizan propuestas de control colectivo de los procesos y resultados de las aplicaciones tecnológicas de los descubrimientos científicos…

Las/os niñas/os en relación con su entorno

Vamos a reflexionar sobre como afectan los cambios sociales generales a los educandos, en su relación con el entorno y lo vamos a abordar desde la familia y desde la escuela.

Son los dos ámbitos más cercanos y más relevantes desde el punto de vista de la educación, aunque, no olvidemos que, cada vez más, la sociedad de la que son

miembros, actúa directamente como otro importantísimo agente educativo.

De estos ámbitos, avanzamos tres fenómenos nuevos que están en el origen de una

mayoría de los cambios que se han producido:

– Las relaciones familiares no autoritarias.

– El desfase cada vez mayor de la escuela con respecto al mundo de los educandos.

– La «teleformación» de la infancia: niñas/os que aprenden con medios distintos a la familia y la escuela y sin la presencia continua de adultos en los tiempos de formación.

Repercusiones con su ámbito familiar

El cambio más importante que se ha producido en este ámbito no es tanto la variedad en los tipos de familia, sino, sobre todo, el cambio en las relaciones dentro del propio grupo familiar. El modelo tradicional era un grupo jerarquizado, en el que más o menos estaban claros el papel de cada uno, que se apoyaba en relaciones de poder y en el que, por defecto, se utilizaban modos autoritarios. Actualmente este esquema ha cambiado, debido fundamentalmente a la incorporación de las mujeres a la vida laboral y al rechazo de las actitudes autoritarias en las sociedades democráticas. Pero no ha habido una evolución clara a otro modelo y el ámbito familiar se encuentra en plena crisis de transformación, lo que presta conflictividad y mucha inseguridad a las relaciones de los hijos e hijas con sus padres/madres.

Estos son algunos de los aspectos en los que esta situación afecta a la vida de los niños y niñas y de los jóvenes:

– Hay una gran escasez de tiempos y espacios compartidos entre padres e hijos.. Algunos niños a veces salen de casa a las siete de la mañana y regresan a las nueve de la noche, desde la casa de los abuelos o a causa de las múltiples actividades extraescolares. Otros pasan mucho tiempo solos en casa.. (niño-llave, abuelos-cuna)

– La falta de tiempo (por una vida laboral cada vez más esclavizada por el consumismo) lleva a los padres a delegar sus funciones en otras personas: los abuelos, cuidadoras, escuela… Desde pequeños, muchas personas intervienen en su cuidado y educación. Esto, que podría ser enriquecedor, por falta de la coordinación necesaria e incluso de mera comunicación, es, más bien, motivo de dispersión y afecta al aprendizaje emocional y ético de los niños.

– Tras el abandono de las relaciones autoritarias, una mayoría de padres las han sustituido por… nada. Ya no se quieren “imponer” las normas, pero el llegar a ellas de otra forma, no siempre se sabe, o se quiere o se puede poner en juego la suficiente constancia y coherencia para hacerlo. En muchos casos, se opta, simplemente por no poner límites de forma sistemática, aunque luego se quiere echar mano de ellos en los momento problemáticos. En general hay una contradicción permanente en este terreno entre los fragmentos que perviven del modelo familiar anterior, y un nebuloso modelo ideal al que tampoco se llega. El crear unas relaciones, “entre iguales”, basadas en el diálogo exigiría básicamente tiempo. Ya hemos visto que es justamente este, el elemento más escaso en la vida familiar actual.

– La falta de tiempo para dedicar a los hijos se vive generalmente mal. Es la mala conciencia que se agrava por el choque entre la idea en la que se criaron (“los hijos son lo mas importante de la vida”) y su dedicación, en una sociedad de múltiples estímulos, a diversas actividades laborales, relacionales y de ocio que consumen tiempo. Mala conciencia que se intenta redimir por medio de la compensación material, por un lado ( y que lleva a trabajar más para ganar más y por tanto vuelve a quitar tiempo) y por otro, siendo más concesivos respecto a los comportamientos.

– Los padres y madres jóvenes, como miembros de una sociedad que trata de mantenernos a todos en una perenne inmadurez, se sienten más identificados con el papel de hijos, del que les cuesta desprenderse, que con el de progenitores. De ahí el recurrir a los abuelos como criadores (los que pueden) y de ahí la incapacidad para resolver muchos problemas familiares.

Qué repercusión percibimos en la escuela

Como ya avanzamos, se constata una fractura (similar a la del siglo XIX) entre la escuela, en contenidos, aprendizaje, experiencias, vivencias emocionales… y el mundo en el que están creciendo los chicos y las chicas. Antes la escuela y el entorno respondían a un mismo discurso. Ahora éste se ha roto.

Por un lado, el sistema educativo padece las contradicciones profundas de esta sociedad: sociedad rica y recursos pobres para educar. Por otro, se espera de él que compense todas esas contradicciones. Lo que resulta es una escuela estresada, no pensada, presionada para cubrir todas las carencias. Esto se refleja en las leyes, tantas y tan cambiantes y coincide con el ritmo acelerado que nos imponemos y que se nos impone.

Se refleja también en las contradicciones y en la confusión entre el papel de la familia y el de la escuela. No está claro que corresponde a cada ámbito, pero tampoco se plantea una comunicación que haría este problema irrelevante, una situación en la que, entre todos, se decidiría y se trabajaría la educación de los chicos y chicas.

El profesorado cada vez más descoyuntado entre su propia visión de la escuela y lo que en ella se va encontrando, se refugia en rutinas y clichés que no sirven para enfrentarse a las nuevas situaciones. E intenta adaptar la escuela a lo que sabe hacer y controla, porque muchos siguen pensando que la escuela es suya.

El modelo deshumanizador e individualista que nuestra sociedad promueve cala también en la escuela, que se quiere cada vez más tecnificada, más especializada, más mercantilizada. Pero, por otro lado, las escuela tiene un potente recurso de resistencia a su favor. Es el ámbito social por excelencia para los niños y niñas y adolescentes. Es el marco ideal para fortalecer relaciones humanas, para aprender a sentirse y a funcionar como parte de un colectivo, para comunicar y comunicarse, para unir lo cognitivo con lo afectivo… Solo hay que saberlo ( o poderlo) aprovechar.

Qué perfil del alumnado se va conformando

Todo lo anterior ha ido conformando un cierto perfil de alumnado, tan variado y difícilmente generalizable como todos los perfiles, pero en el que vamos constatado ciertos rasgos comunes:

– Constatamos que los niños tienen un desarrollo cognitivo y autónomo alto, pero poco aprovechado. Poseen muchos datos aunque no la habilidad para organizarlos y eso influye en su capacidad de pensar. Las mayores carencias se dan en lo emocional y en lo relacional, sobre todo en sus relaciones con los iguales. Este desequilibrio entre lo cognitivo y lo afectivo, y la valoración exterior que perciben a favor del primero merma su capacidad de iniciativa y creatividad.

– Constatamos que no tienen límites y que se asustan cuando se les ponen, que les faltan instrumentos para resolver los conflictos, que les cuesta ponerse en la situación de otros.

– Que su interés principal es consumir. Muestran un gran apego por los objetos, posiblemente para ganarse el apego a los demás. Que les quieran es lo importante y eso intentan lograrlo a través, no de lo que son, sino de lo que tienen.

– Constatamos que se debaten entre momentos de altas expectativas vitales, desorbitadas por la oferta del mercado, que no consiguen y les mantienen en permanente frustración, y otros de ausencia total de expectativas, reflejo de la que la sociedad tiene sobre ellos.

– Y constatamos, para terminar, que tienen (tenemos todos) un problema grave de soledad, propiciado por la pérdida del sentido de lo colectivo, por la falta de comunicación real y cercana, y que profundiza (en todos )la incomprensión de lo que está pasando.

Las/os niñas/os con su propia naturaleza

¿Qué piensan, que sienten, qué creen los niños, adolescentes y jóvenes hoy? Si tuviéramos respuesta a esa pregunta, la mitad de nuestro trabajo como educadores estaría hecho. De momento solo hemos empezado a trabajar, para irnos aproximando y estas son algunos de los aspectos que estamos percibiendo:

Los últimos avances de las neurociencia nos hablan de cambios en la configuración cerebral e incluso de un cambio evolutivo en la especie humana (el niño de nueve meses que es capaz de mostrar que escucha, bebés que sostienen antes la cabeza…) Es cierto que todas estas investigaciones son muy nuevas, están en proceso y no se pueden todavía afirmar hechos constatados. Pero si pensamos que “la TELÉPOLIS con su iconosfera y sus artefactos telemáticos, ha añadido un nuevo mundo de experiencias: un mundo virtual que parece un doble del mundo físico y del mundo social.” no es fantasioso suponer que esto esta modificando las estructuras neurocerebrales de los educandos y, consecuentemente, sus modos de sentir, de conocer y de actuar.

Aun sin plantearnos esas posibles transformaciones neurofisiológicas, sí notamos grandes diferencias con respecto a otras generaciones anteriores en dos aspectos fundamentales: Su visión de sí mismos y su visión del mundo.

La sensación más destacada que nos producen es la de que viven en un estado de confusión e inseguridad permanentes, pero no solo los adolescentes, ni sólo por ser adolescentes: Los adultos también. Se nos desmorona el mundo, porque los valores que aprendimos en otro momento ya no sirven. Teniendo en cuenta que la primera valoración de las cosas que los chicos hacen suya es la que perciben en los adultos, no es de extrañar que esa confusión nos envuelva a todos desde la infancia. Además la sociedad influye directamente cada vez con mas fuerza, superando poco a poco a la influencia familiar o escolar.

Hay además un importante problema de incoherencia por parte de la sociedad y de los padres en lo que a valores se refiere. Los chicos y chicas reciben constantemente mensajes contradictorios. Ven el mundo de las apariencias y de la mala conciencia. Les molesta porque ellos necesitan y buscan coherencia, pero no la encuentran, y acaban instalándose en un relativismo del que luego los adultos tanto nos quejamos.

Sin embargo, no podemos afirmar que carecen de criterio. Incluso cuando buscan su identidad bajo una etiqueta o una tribu, lo están empleando, con coherencia y con autoexigencia. La diferencia con épocas anteriores es que hoy los padres y madres son más intervencionistas en más aspectos de la vida de sus hijos y hay más frustración porque hay más cosas que los hijos no hacen o no piensan como ellos quisieran.

Los adultos vivimos plenamente insertos en la cultura del miedo y queremos controlar todo. Tenemos miedo que nuestros hijos sean menos. En la modernidad líquida se producen relaciones inestables (líquidas). Sin embargo muchos chicos y chicas mantienen valores de coherencia, de fidelidad, (» ser legales «), de solidaridad, etc.

De cualquier manera, el sentimiento de frustración sí es una constante perceptible en los chicos y chicas de hoy. Pertenecen a una sociedad que ofrece infinitamente y, no solo no responde dando, sino que va quitando en los aspectos más fundamentales. Los chicos sufren una exarcebación de los deseos y, al mismo tiempo no han podido crearse un colchón para las frustraciones, lo que se traduce en sufrimiento. No tienen, por ejemplo el colchón de lo colectivo, de lo compartido, viven en un individualismo mucho mayor que en otras épocas. Es comprensible que tengan gran dificultad para empatizar. Difícilmente van a comprender las emociones de los demás cuando no reconocen las propias.

Padecen, también más que en otras generaciones, un fuerte desajuste emocional y racional con respecto a su cuerpo. Los niños necesitan entenderse, entender el propio cuerpo y los adolescentes comprender y asumir los cambios que la pubertad les trae. Sin embargo el tratamiento que esta sociedad y la publicidad dan a la imagen, impide llegar a establecer una buena relación, por que aquí también la exigencia y las promesas no tiene nada que ver con la realidad. Es importante tener una buena autoimagen porque un objetivo prioritario que nos proponemos en la vida es ser objeto de deseo para el otro. No olvidemos que la mala percepción corporal lleva a problemas como la bulimia y la anorexia.

Otras observaciones desde lo cognitivo-emocional

Las emociones, vía amígdala e hipocampo, actúan en el recuerdo de situaciones que afectivamente dejan huella, y esas sensaciones que provocan emociones en el género humano, hacen que muchas de nuestras conductas estén mediatizadas y provocadas por esta vía un tanto “animal” que actúa casi por su cuenta y que pone química, que no palabras, a muchos de nuestros actos. Esto unido al hecho de que el hombre nace con un cerebro que se “finaliza” en cuanto a su desarrollo y maduración en los años posteriores a su nacimiento, hace que el primer tiempo de vida de una persona sea fundamental para la implantación de una serie de variables que van a contribuir de una forma u otra a su desarrollo emocional y también cognitivo, pues en la media en que un niño o niña tenga una imagen de él como ser querido, que ha recibido estímulos seguros y positivos hacia su persona desde el ambiente, estas le posibilitarán que sea capaz de tomar decisiones de acción, elaborando conductas de aproximación a los objetos, personas, a la vida en toda su extensión, que irán configurando en él un ser cognoscente que procesa sensaciones, establece inferencias , tiene disposición e ideas propias…

En el campo de la escuela deberemos empezar a preguntarnos, siguiendo el hilo conductor anterior, si nuestros niños y niñas tienen, les proporcionamos, suficientes experiencias emocionales con el mundo adulto, si no estaremos descuidando el aspecto emocional a favor del mal entendido “cognitivo”.

¿Qué relación existe entre la emoción y la educación? ¿Se puede aprender si uno no se siente querido? ¿Cómo elaboramos la figura de apego para crecer juntos en el respeto mutuo? Es posible que aquí resida la conexión entre lo neurológico y lo cognitivo, intentando llenar el espacio simbólico de nuestros alumnos y alumnas de estructuras para las relaciones interpersonales.

Y es que no es posible un activismo compulsivo del tipo Bit de Inteligencia. Esas cogniciones no tienen sentido si no se acompañan de la reflexión, de la palabra que les va a proporcionar apreciaciones, preguntas, situaciones de las transformaciones que se estén produciendo…

Estamos entre HOMO SAPIENS, homos que preguntan, que saborean (de ahí lo de sapiens)… y si preguntan y saborean ¿Cómo potenciamos situaciones educativas en que estos aspectos se conjuguen y entren en acción en todos los cerebros pensantes?

Evidentemente no se conseguirá con el reduccionismo cognitivo imperante en los libros de texto, reduccionismo que dificultan enormemente el que hablen… (¿cuántas fichas y páginas de los mismos dedicadas al lenguaje oral?).

Y es que… no queda más remedio que seguir haciéndose preguntas: ¿Cuántos potenciales cognitivos tiene un niño o una niña? ¿Cómo se desarrollan esos potenciales, qué condiciones tienen que darse? ¿Qué condiciones establecemos para facilitar un medio que les proporcione la forma de “fabricarse” un método personal de aprendizaje autónomo?

Los centros escolares tienen que plantearse la necesidad de una actitud reflexiva con respecto a los aprendizajes de los educandos, pero también hacerlo desde la necesidad de contemplar esas necesidades de forma cooperativa, integrando a las familias de los mismos, sin olvidar la necesidad de lo colectivo para los aprendizajes.

Pero… ¿existe esa actitud receptiva en los centros educativos?

¿Se es receptivo con las familias?

¿Se conocen sus expectativas?

¿Se es receptivo con los profesores que llegan por vez primera al centro?

Para poder actuar como tales, como cerebros receptivos que se ponen en comunicación con los recién llegados, es imprescindible no colocarse previamente en una situación de sabiduría, pero también lo es que la otra persona, familia o docente, adopte una postura de apertura, de horizontalidad en los intercambios y colaboraciones.

Aquí es dónde nuestros recuerdos, nuestras emociones, aquellas que tenemos archivadas en el fondo, fruto de sentimientos aparentemente no recordados actúan… y tal y como fueran nuestras experiencias en nuestra respectivas escuelas, las que percibiéramos en nuestros padres cuando nos llevaran a nuestros centros escolares siendo niños, las que percibimos en nuestros primeros destinos, las que en definitiva también están en el inconsciente colectivo, comienzan a actuar sobre nosotros y nuestros intercambios…

De esta constatación, de la importancia de estas situaciones surgen los programas de acogida a aquellos alumnos que llegan por vez primera, pero también tendríamos que plantearnos otros para los maestros que llegan por vez primera, para las familias que llegan por vez primera.

Curiosamente en la llamada educación No formal, sí se está trabajando desde estos parámetros, desde lo democrático, lo horizontal, lo no homófono, lo emocional… mientras que en nuestras escuelas mantenemos un currículum agujereado que enseña contenidos sin sentido y que luego hay que completar con los correspondientes programas en la vía anterior.

El futuro pasa por repensar la educación como vía para desarrollar todos los potenciales cognitivos, todos desde la necesaria perspectiva ecológica; de totalidad corporal, cognitiva y emotiva en su relación con el entorno.

Concluimos asumiendo que tenemos la sociedad que tenemos, de la que formamos parte y a la cual, por todo lo anterior, queremos resistirnos, modificar el menos en algunos aspectos, pues esta sociedad de homos sapiens tiene que considerar que todos los momentos son de aprendizaje para sus componentes, que todos somos educadores y educandos, y que para ser sapiens, “saboreadores”, tenemos que rescatar las emociones, sin ellas no hay conocimiento, “si no se saborea no hay sabiduría”.