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LAS ARTES Y LA ESCUELA

Es indudable que los niños y niñas tienen una capacidad innata para relacionarse de forma espontánea y  responder con inmediatez a las diferentes opciones que se le presentan en su vida cotidiana.  Ya Malaguzzi  desde Regio Emilia abogaba por proteger esa capacidad relacional de los niños y niñas portadores de cien lenguajes. Conociéndolo,  los maestros y maestras sentimos la necesidad de ofrecerles el mayor número de motivos para ejercer esa espontaneidad.

Partiremos de esa capacidad, para argumentar la necesidad de que las artes estén presentes en la mayoría de los procesos de enseñanza – aprendizaje como apoyo a la respuesta que el niño/a nos transmite desde su mundo conocido y habitual. Tanto las palabras como los silencios, van acompañados de gestos, miradas, posturas, ritmos, juegos o movimientos que hay que reconocer,  valorar y  tratar por tanto que  sean lo más libres, independientes, amplios y variados posible

Es necesario plantearnos que, de la misma manera que practicamos y desarrollamos la capacidad de escribir o la capacidad de resolver problemas matemáticos, podemos desarrollar y practicar el conjunto de capacidades que permiten relacionarnos de manera adecuada con el mundo exterior y con nosotros mismos, pues, estas capacidades seguramente favorecerán el desarrollo de las anteriores. En este proceso de relaciones, las artes pueden y deben jugar un papel primordial ayudándonos a explorar los caminos del conocimiento propio y ajeno.

¿Pero cómo hacerlo y cuándo introducirlo?

Por  lo expuesto anteriormente, el cuándo está claro que debe ser lo antes posible, desde el momento que pisamos la escuela por primera vez las artes deben estar  presentes, hacerse notar, dispuestas a ser percibidas, pues cuánto más jóvenes o pequeños somos, mayor es nuestra receptividad.

El cómo naturalmente, lo tendremos que poner cada uno, según la formación pedagógica, capacidad comunicativa, y dominio del tema que tengamos, aunque en ocasiones no  sabremos cómo hacerlo, porque a veces no lo hemos considerado parte de nuestra tarea, o bien no lo hemos aprendido. Por eso es necesario tener siempre presente lo expuesto arriba, de manera que asumamos la responsabilidad de renovar, actualizar y completar constantemente nuestra formación. El problema no son las dudas que puedan surgir al afrontar la práctica docente dentro o fuera del aula, pues todos pasamos por ello, ni el no sentirse experto en la obras de arte que se contemplan o trabajan, pues,  normalmente serán las respuestas de nuestros niño/as las que nos alumbren y sorprendan. Lo que sí es imprescindible es prestar la máxima atención a las mismas y mantener  la disposición y preocupación por mejorar como maestro/as para que igualmente lo hagan nuestros alumno/as como personas.

Teniendo en cuenta estas premisas, hay formas de enfrentarse a las diferentes experiencias de aprendizaje desde posturas artísticas que pueden ayudar  a mejorar la práctica docente diaria y hacer  que nuestra clase sea un lugar donde brille la acción educativa.

La palabra fundamental es “DIVERSIFICAR” que nos aproxima a la idea de “NO UNIFORMIDAD”  Necesitamos que nuestros alumno/as tengan la mayor cantidad de experiencias artìsticas posibles,  practiquen  variedad de tècnicas ,  contemplen obras de artistas diferentes y se interesen y disfruten de cuantas más modalidades artìsticas  les podamos acercar

Como decíamos al principio cada persona se motiva y responde a partir de  propuestas diferentes. Nunca las artes se pueden presentar por tanto de manera uniforme o unidireccional, hecho que ocurre con demasiada frecuencia en nuestras aulas y que puede corregirse con un simple cambio de mentalidad. Para ello y pensando en las herramientas que utilizamos cuando realizamos cualquier actividad relacionada con el mundo de las artes, proponemos ampliar al máximo el abanico de ofertas. Trataremos de hacerlo en base a tres  condicionantes;  hablaremos de soportes, materiales y actividades

En cuanto a los soportes, se puede utilizar “todo” y todo significa exactamente eso: maderas, telas, cartón, plástico, metales, paredes, murales, suelos, piedras, plumas, piel, ropa juguetes, el propio cuerpo, material de desecho, cajas, hojas, ramas,… o cualquier otro elemento natural o artificial a nuestro alcance, sobre el que se pueda pintar, encolar, mezclar, intervenir, transformar, remover, seriar, cambiar…cuánto más variadas sean las propuestas de soportes, más ricos serán los resultados.

Con  los materiales ocurre algo parecido con la única limitación marcada por  la precaución relativa a la edad de los niño/as y la posible toxicidad que pueda contener el producto. Se pueden utilizar pinturas clásicas, témperas, ceras, lápices, pigmentos, mezclas, tierras, polvos, arenas, ceniza, escayola, cola, colorantes alimentarios, barro, papeles,  líquidos,  alimentos, plastilinas, vegetales, gomas…etc. Y como instrumentos igualmente la gama en la que nos podemos mover es casi infinita: pincel, lápiz, brocha, manos, tizas, siluetas, carbón, esponjas, palos, telas, pajas, tubos, sellos, lana, papel, objetos diversos, vegetales…etc

Las ilimitadas actividades que  pueden proponerse sobre todo a edades tempranas deben tener en cuenta la idea “El arte no se crea, el arte se participa” que propone el profesor Javier Abad Molina y que continúa desarrollando de la siguiente manera  “toda expresión artística, debe ser planteada como acción lúdica, proceso de simbolización y fiesta participativa donde se recupera la comunicación activa como alianza inseparable entre estética y comunicación”.

Por tanto deberemos abrir campos de actuación, construir y utilizar nuevos espacios fuera y dentro del aula,  transformar y reestructurar las propuestas artísticas cuando sea necesario,  promover iniciativas de investigación, exploración y descubrimiento que favorezcan  las experiencias sensoriales.

Para concluir solamente recordar que nada de esto propuesto para las artes y en su caso para cada uno de los los procesos que se llevan a cabo en la escuela será posible, si el maestro/a, no tiene en cuenta a diario lo importante que es motivar a los alumno/as para que expongan libremente sus ideas, las comprueben y discutan, comprender la necesidad de ser optimista y contagiar de su optimismo a los alumno/as, ser paciente, no tener prisa y escuchar atentamente, reflexionar con ellos, utilizar los errores en el proceso de aprendizaje y estimular y promover la acción educativa valorando siempre la creatividad.

Y siguiendo  la màxima de Jan Svankmahjer   “Si tienes dudas a la hora de decidir si priorizar la       visión del ojo o la vivencia del cuerpo, prioriza siempre el cuerpo” .